fbpx

Blog

Periodos



Holoceno

Un nuevo curso está a punto de empezar. Hace ahora un año, iniciamos un curso lleno de incertidumbre. Como recordaréis, doce malditas letras, insertadas en el material genético de un virus, nos obligaron a tomar una serie de medidas para hacer frente a la emergencia sanitaria. En estos momentos, la situación ha mejorado, pero aún estamos muy lejos de poder pasar página y cerrar a cal y canto el periodo iniciado el fatídico 13 de marzo de 2020.  ¿Habremos aprendido algo?

Para intentar responder a la pregunta, os proponemos que nos acompañéis a un viaje hacia un periodo de tiempo un poco alejado de nuestros días. Hace poco más de 10.000 años, realmente un suspiro en la historia de la Tierra, se inició una época amable caracterizada sobre todo por una notable estabilidad ambiental, sin glaciaciones remarcables, ni meteoritos estrellándose contra el planeta. Es el periodo Holoceno. Ha sido un tiempo en el que el clima ha proporcionado unas condiciones muy favorables a los seres vivos que han tenido la suerte de vivir en él, y es muy probable que el éxito que hemos tenido los humanos como especie sea debido, en buena parte, a la estabilidad de este periodo.

Antropoceno

En el año 2.000, el físico atmosférico holandés y Premio Nobel Paul J. Crutzen, estaba participando en una conferencia sobre el Holoceno. Fue el primero en caer en la cuenta de que las cosas habían dejado de ser estables y de que los responsables de estos cambios éramos los humanos. Según parece, en algún momento de la conferencia soltó: «¡No! ¡Ahora ya no estamos en el Holoceno sino en el Antropoceno!». Estrictamente, Crutzen no fue el primero en utilizar la palabra Antropoceno. Eugene F. Stoermer, un biólogo norteamericano, ya la usaba de manera informal con sus alumnos y colegas, a principios de los años ochenta. Su idea, como la de Crutzen, hacía referencia a un periodo geológico caracterizado por el impacto de la actividad humana sobre el planeta.

En el mes de mayo del año 2.000, Crutzen y Stoermer, formalizaron el concepto de Antropoceno, fijando el inicio de este nuevo periodo a finales del S. XVIII, momento a partir del cual hay evidencias del aumento imparable de los gases de efecto invernadero.

Desde entonces, el concepto de Antropoceno ha ido calando en los medios de comunicación y ha pasado a incorporarse al debate ambiental. Daniel Closa, doctor en biología, investigador y reconocido divulgador científico, define así este periodo: «El Antropoceno sería aquel periodo geológico en el que los humanos hemos mandado a hacer puñetas al tranquilo y acogedor Holoceno.»

Fonoceno

En el mes de octubre del año 2020, se celebró en Barcelona la II Biennal del Pensament, centrada en los retos del futuro. En la sesión inaugural, la filósofa belga Vinciane Despret, habló de un nuevo período caracterizado por los sonidos de los animales y por las voces de una naturaleza que hace ya demasiado tiempo que no escuchamos: el Fonoceno. Para ilustrar este periodo recurrió, entre otras, a las investigaciones del músico Bernie Krause y del ornitólogo Thierry Aubin.

El norteamericano Bernie Krause, se interesó ya de joven por la música electrónica y también por la grabación de los sonidos de la naturaleza. Movido por el interés de recoger paisajes sonoros de todo el mundo, Krause ha llevado a cabo una intensa carrera de grabación en todo tipo de hábitats, acumulando más de 4.500 horas de paisajes sonoros naturales y 15.000 especies animales identificadas. Según confiesa él mismo, «Cerca de la mitad de los paisajes sonoros gravados y guardados en mi archivo fueron registrados en hábitats que ya no existen, han sido alterados por la acción del hombre o definitivamente permanecerán en silencio. La ecología del paisaje sonoro revela lo que los sonidos de la naturaleza nos informan sobre el estado de los ecosistemas cambiantes de hoy en día y de las criaturas que en ellos habitan.»

Thierry Aubin, francés, estudió durante más de diez años el canto de la alondra y, después de reiterados intentos para descifrar su lenguaje, descubrió que lo que hacía diferente su canto era el silencio entre píos. Ni el volumen, ni el ritmo, ni ninguna otra propiedad: el silencio entre cantos. ¡La alondra solo es capaz de comunicarse si puede oír el silencio!

Nos preguntábamos, al empezar, si hemos aprendido algo. Mau Simarro, periodista de la revista digital Crítric, escribió una crónica de la sesión inaugural de la Biennal del Pensament. Entre otras, hacía las siguientes reflexiones: «¿Hemos olvidado ya la sensación que nos produjo volver a oír los pájaros durante el confinamiento? Nuestro silencio dejó paso a la sinfonía de los animales. […] Aquel parón ha destapado preguntas que permanecían enterradas bajo la rutina imparable de nuestro día a día. […] Muchos nos hemos cuestionado el sentido profundo de lo que hacemos y hemos obtenido una respuesta que intuíamos desde hacía tiempo: es necesario poner la vida en el centro de todo. […] Tenemos que reconocer nuestras vulnerabilidades y reconectarnos a la red de afectos que nos mantiene vivos. […] Ha llegado la hora de respetar el turno de palabra de los animales y escuchar una melodía que hemos interrumpido durante demasiado tiempo. Al fin y al cabo, de volver a ocupar el lugar en el mundo que nos corresponde como especie.»

¿Qué os parece? ¿Abandonamos la militancia en el Antropoceno y nos pasamos al Fonoceno? ¿Recuperamos la estabilidad propia del Holoceno? ¿Estamos dispuestos a reconocer nuestras vulnerabilidades y a rehacer y acrecentar la red de afectos que nos mantiene vivos? Tenemos que hacerlo porque, como nos recuerda Manu Simarro, es justo que así sea, pero sobre todo porque seremos mucho más felices.

¡Feliz curso!