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Hoy hablamos con… Carles Valls



Carles es profesor de música de Trémolo y uno de los impulsores del estudio del lenguaje musical por proyectos. Al acabar los estudios de Magisterio en la especialidad de Educación Musical, Carles inició un largo camino de formación musical antes de llegar a Trémolo.  Destacamos los aspectos más significativos: Estudios de composición en ESMUC, posgrado […]

de dirección coral, más de veinte cursos en el extranjero de perfeccionamiento de piano, pedagogía, música de cámara, composición… De nuevo en Catalunya, trabaja en diferentes conservatorios hasta entrar en el Conservatorio del Liceo donde ejerce como Jefe de Departamento del Grado Profesional. De tipo inquieto, pide una excedencia y parte hacia Múnich para completar sus estudios de dirección.

 

¿Cómo es que has aterrizado aquí después de haber hecho cosas tan diversas?

Al volver de Múnich se me ofrece la posibilidad de entrar en Trémolo como coordinador de grado profesional. No me lo pienso dos veces… Sigo, eso sí, haciendo otros trabajos. Dirijo una coral, preparo alumnos/as que quieren acceder al grado superior, alimento una plataforma de materiales y recursos que los ayuden a preparar la prueba de acceso, acabo de grabar un disco…

 

¿Qué haces exactamente en Trémolo?

 

Además de ser responsable de la coordinación del grado profesional, me hago cargo de las  asignaturas de lenguaje musical y armonía de 1º a 6º del grado profesional y  dirijo las dos cameratas. También doy lenguaje en el grado elemental.

 

Uno de los rasgos de Trémolo es una apuesta decidida para hacer la materia de lenguaje musical de una manera diferente de la convencional, a través de proyectos. ¿En qué consiste?

 

La idea de trabajar por proyectos la puse en marcha cuando hacía de profesor de música en la escuela Garbí, donde ya había una cierta tradición en este sentido. Me encontré un ambiente donde era posible generar nuevos materiales y ponerlos al servicio del aprendizaje de los niños. De hecho, ya lo había intentado en el Conservatorio del Liceu pero no fue posible desarrollarlo porque había bastante resistencia al cambio.

Me pareció que en Trémolo había la posibilidad de modificar la manera de hacer lenguaje propia de los conservatorios, donde no se acaban de incorporar las nuevas metodologías que pretenden entender como el/la alumno/a aprende, que buscan fundamentarse en los intereses de los/las alumnos/as, que reclaman que ellos y ellas tengan un papel más activo en la construcción de su aprendizaje, que  sean los protagonistas…

 

 

 

 

 

¿Cómo se concreta esto en Trémolo, especialmente en el grado profesional donde tú eres el responsable?

 

Los seis cursos del grado profesional están divididos en tres ciclos, con dos cursos a cada ciclo. Inicialmente teníamos la idea de extender a los tres ciclos el aprendizaje del lenguaje a través de proyectos pero, en el tercer ciclo conviven alumnos/as que pretenden acceder al grado superior con otros/as que no. Esto nos obliga a adaptar el aprendizaje a la estructura de la prueba que tendrán que superar aquellos/as alumnos/as que quieran cursar el grado superior. Así pues, de momento nos limitamos a trabajar por proyectos tanto en el grado elemental como en los cuatro primeros cursos del grado profesional.

 

Me imagino que es un reto aunar los intereses de los alumnos y la construcción activa del propio aprendizaje con los contenidos previstos en el currículum oficial. ¿Cuáles son las principales dificultades a las que tenéis que hacer frente?

 

Seguramente la principal dificultad que tenemos que superar es que la clase no se convierta en un espacio poco exigente en cuanto al compromiso y al rendimiento del alumnado. No es sencillo encontrar el punto de equilibrio entre la necesaria libertad creativa del/la alumno/a y el rigor en el trabajo.  Esto obliga al/la profesor/a de música a adecuar su papel dentro del aula, a acompañar los chicos y chicas en su proceso de crecimiento y descubrimiento, garantizando un ambiente distendido y serio a la vez.

 

La otra dificultad es la elaboración de materiales que sean innovadores, atractivos, exigentes, integradores de los contenidos y que faciliten la evaluación del progreso de aprendizaje sin necesidad de recurrir exclusivamente a la resolución de una ficha o a la superación de un examen.

 

Quizás sería bueno que nos concretaras con algo más de detalle en qué consisten los proyectos que estáis haciendo ahora mismo…

Los alumnos de tercero y cuarto de grado profesional tienen que ser capaces de componer, a lo largo del curso, tres temas para el grupo de Combo al que pertenecen, teniendo en cuenta que los temas tienen que incorporar los contenidos previstos en el currículum. Los resultados del aprendizaje se valoran a partir de las partituras generadas durante el curso y con su interpretación ante los profesores y, probablemente, también de las familias. Paralelamente, a lo largo del curso, los chicos y chicas tienen que ir completando por su cuenta una serie de fichas que pretenden ayudar a hacer la necesaria síntesis de los conocimientos adquiridos.

 

 

 

En primero y segundo hacemos un proyecto que llamamos “La historia sin palabras”. Se trata que los chicos y chicas sean capaces de crear un discurso musical que acompañe una historia escrita. La idea es que el discurso musical se adecue a la historia, acompañando la acción y reflejando las emociones, como si fuera una banda sonora. Para conseguirlo hace falta que conozcan los materiales musicales, los acordes, los ritmos y descubran qué relación tienen con las emociones, los ambientes…

 

¿Habéis podido comparar los resultados que estáis obteniendo con los de una metodología más convencional? ¿o es demasiado temprano aún?

 

La única manera que tenemos, de momento, es compararlo con nuestra experiencia anterior. Es cierto que todavía no tenemos unos indicadores suficientemente claros, contrastables, que puedan evaluar el grado de logro de los objetivos… pero hay un hecho evidente y es que trabajar el lenguaje musical por proyectos supone que el/la alumno/a aprende música en la medida que hace música y que la interpreta. Este tiene que ser el elemento clave de la evaluación más que no la lectura o el dictado musical.  El hecho de ser capaz de leer o interpretar una partitura está muy bien, es necesario, pero no incluye todas las habilidades que incorpora un proyecto: la creatividad, la elaboración de la idea musical… Además, los proyectos tendrían que permitir una mejor adaptación del proceso de aprendizaje a las necesidades y capacidades de cada cual.

 

 Las nuevas tecnologías, ¿tienen algún papel en vuestros proyectos?

 

Con los alumnos de cuarto utilizamos garageband. Este programa te permite coger diferentes muestras de ritmos y combinarlas para hacer tu tema. Está muy bien, pero es más un divertimento, un juego, que no un instrumento facilitador de un aprendizaje riguroso… Por otro lado, no hay bastante investigación todavía sobre cómo estas tecnologías pueden estar al servicio de un aprendizaje que vaya más allá del resultado inmediato, ausente de reflexión…

 

¿Conocéis otras escuelas de grado profesional donde se trabaje por proyectos?

 

Por ahora no hay ninguna escuela que trabaje así…

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Sois pioneros, pues!

 

Sí, sí… nuestra intención es que de esta experiencia salga algún tipo de manual que sirva para extender el mismo modelo a otras escuelas. Nos gustaría, además, poder actuar como formadores de aquellos profesores y profesoras de música que se interesen por nuestro método.

 

Otra cosa que pasa, y que no es muy frecuente, es la incorporación del instrumento dentro de la clase de lenguaje… lo que obliga a una coordinación entre los profesores y profesoras de lenguaje y de instrumento.

Vamos acabando… sabemos que una de tus ocupaciones es preparar alumnos/as para acceder al grado superior de música.

 

Sí, ya hace años que lo hago por mi cuenta. Lo que pasa es que la conexión entre el último curso de grado profesional y el grado superior está muy alejada, hay un salto muy grande de nivel. Además no hay materiales editados para prepararla, ni exámenes resueltos… Es una actividad con la que disfruto mucho porque me obliga a recoger materiales de otros países, ver como lo hacen. ¡Es otro mundo!

 

Y ahora sí, para acabar… Al empezar la entrevista me decías que habías hecho un posgrado de dirección coral, ¿ejerces como director de coral?

 

¡Sí! Actualmente solo dirijo una coral porque tengo mucho trabajo, pero es un ámbito en el que me siento muy cómodo. Hace unos siete años conocí a un profesor que fue asistente de dirección del mítico Sergiu Celibidache, director de orquesta y pedagogo rumano. Entré en contacto con el mundo de la fenomenología de la música. Para mí fue un descubrimiento que me transformó… Podríamos decir que hay un Carles antes y un Carles después en la manera de aproximarme a la música y lo he experimentado, precisamente, a través de la dirección coral.

 

Las últimas palabras de Carles ejemplifican aquello que Howard Gardner, el introductor de la teoría de las inteligencias múltiples, denominó una “experiencia cristalizando”. Según Gardner, hay situaciones, momentos o experiencias que encienden la “llama de la pasión”, la clave indispensable para el desarrollo de las habilidades y el talento del alumnado. Para Carles, el descubrimiento de la fenomenología de la música fue, sin duda, una experiencia cristalizadora. Ojalá, los proyectos asociados al lenguaje musical sean una fuente inagotable de experiencias cristalizadoras para todos los chicos y chicas de Trémolo.